El pasado viernes se produjo uno de los pasos más firmes en el objetivo de conseguir una igualdad real a la hora de equiparar el fútbol femenino al fútbol masculino. Un paso fundamentado en un hecho y no en una promesa. En un interés real y no ficticio. Al menos en Noruega. El país nórdico fue testigo de un acuerdo histórico que puede servir como precedente para el resto de selecciones y países. Un acuerdo que no hace sino demostrar cómo el fútbol puede servir mucho más que para llevarse alegrías en forma de goles.
La federación noruega de fútbol (denominada NFF) y la Asociación de Futbolistas de Noruega llegaron a un acuerdo para modificar la distribución del salario que perciben los futbolistas de las selecciones masculinas y femeninas absolutas. Un acuerdo que solo incumbe a los jugadores internacionales con la selección, es decir, aquellos hombres y mujeres que sean llamados para jugar con la selección noruega. Por primera vez en la historia del fútbol europeo, los integrantes de las selecciones masculinas y femeninas de un país cobrarán lo mismo.
Se ha acordado un modelo nuevo para las retribuciones de los hombres y las mujeres del equipo nacional. El patrón consiste en una combinación de becas y un acuerdo de mercado por separado. Según las cifras oficiales que anunció la federación noruega, las integrantes del equipo femenino pasarían a cobrar 640.000 euros. Lo llamativo es que una parte de esa cantidad será aportada por la selección masculina.
Las chicas, en declaraciones a los medios oficiales de la Federación, reconocieron que llegar a un acuerdo con los jugadores ha sido muy fácil puesto que ha habido muy buena predisposición por las dos partes. La jugadora noruega Caroline Hanse, del Wolfsburgo, agradeció este paso en Twitter: “Este movimiento quizás es obvio para vosotros. ¡Significa mucho para nosotras!”.
Los órganos nacionales, por su parte, mostraron su satisfacción por el resultado de las distintas reuniones que se habían tenido en las últimas semanas. Joachim Walltin, presidente de la asociación de futbolistas, reconoció que “estamos muy contentos con el resultado de las negociaciones para un nuevo acuerdo para los equipos nacionales. El marco de las mujeres casi se ha duplicado, mientras que el acuerdo de los hombres se ha ajustado un poco para obtener los mismos ingresos del mercado para los equipos nacionales”.
Hay que entender que este primer paso es valiente pero también algo limitado. Tanto la federación como el sindicato de futbolistas del país solamente pueden regular el dinero público que reciben o que gestionan procedente de los acuerdos de patrocinio a los que llegan. Esta medida no podría extenderse a los clubes de la liga puesto que el poder adquisitivo de cada club es privado y debería gestionarse por iniciativa propia de cada club. O, también, a través de una Asamblea o una mediación de la Liga con todos los clubes.
Se trata de un acuerdo único a nivel internacional y que puede suponer el primer paso para que el fútbol femenino dé el salto definitivo hacia su consolidación. Y ese primer paso ha nacido de una reunión de la Federación noruega y el sindicato de jugadores. Una simple reunión en Noruega podría equilibrar la balanza y dar al fútbol femenino la visibilidad que lleva años reclamando.
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