sábado, 3 de septiembre de 2016

El deporte femenino, una revolucion pendiente. Fuente:iusport.com

Contestaba hace un par de días a un tuit de un redactor de deportes de un diario español que se preguntaba el por qué de “la manía de destacar si hay más medallistas hombres y mujeres.” Y continuaba “¿Queremos igualdad? Disfrutemos de todas por igual”. Mi respuesta fue que la razón de “esa manía” obedecía a la necesidad de concienciar de la importancia del deporte femenino y su fomento en igualdad de condiciones que el masculino. Sin embargo, a pesar de la obviedad de la realidad que puse de manifiesto, el aludido periodista deportivo me respondió que ese era un debate más que superado, salvo excepciones.

Sinceramente, ojalá que realmente estuviera superado ese debate y mi afirmación estuviera obsoleta. Pero no es así. A pesar de los éxitos del deporte femenino en los últimos años, las mujeres siguen estando poco visibilizadas en los medios de comunicación, fundamentalmente en televisión y prensa escrita, a lo que se une que, en muchas ocasiones, esta escasa cobertura mediática es inadecuada y selectiva con su tendencia a resaltar más a la mujer que a la deportista. Esta circunstancia, lejos de ser una situación coyuntural, forma parte de unos hábitos y formas de funcionar estructurales pues solo en aquellas ocasiones en las que los éxitos del deporte femenino son muy importantes se realiza una atención mediática a los mismos, pero a través de un tratamiento que suele ocupar menor tiempo y valor que cuando se tratan los éxitos de los hombres. Mientras la mayor parte de la presencia femenina responde a la consecución de unos éxitos deportivos puntuales (Mundiales, Europeos o Juegos Olímpicos), a pesar de que su práctica ha experimentado un crecimiento importante en las últimas décadas, sin embargo, la difusión del deporte masculino tiene vocación de continuidad, independientemente de sus logros.

Esta es la realidad que denuncian estudios e informes promovidos por administraciones públicas y asociaciones profesionales así como Universidades como la Carlos III de Madrid, que concluye, tras analizar la prensa deportiva impresa del año 2014, que solo un 5,11% de las noticias tuvo como protagonista al deporte femenino. Y no solo ello, sino que, lo que es más triste aún, las parejas, amores y desamores de los deportistas famosos tuvieron mucha más presencia (un 86%) que aquéllas. Por el contrario, los deportistas masculinos protagonizaron este tipo de informaciones en el 92,2% de las ocasiones. En el mismo sentido concluye el Informe sobre pluralismo deportivo en las televisiones andaluzas, también del año 2014, realizado por el Consejo Audiovisual de Andalucía, en el que se analizaron las emisiones de 122 cadenas - nueve de ellas de ámbito autonómico (dos públicas y siete privadas) y 113 locales -, en las que el deporte femenino ocupó un 2,2% del tiempo de las noticias. El deporte masculino, sin embargo, dominó escandalosamente el tiempo dedicado a la información deportiva, con un promedio del 94,8% del tiempo.

Por si esto fuera poco, en muchas ocasiones se representa a las deportistas reforzando los estereotipos de género debido a la creciente mercantilización del cuerpo de las mujeres, independientemente del rendimiento y de los resultados deportivos de aquéllas. A menudo se ocupan más de cómo va vestida la deportista que del trofeo o éxito que la acompaña. Esta tendencia se materializa en la utilización de un lenguaje sexista como el empleado en numerosas informaciones deportivas con ocasión de los recién finalizados JJ.OO. de Río, en las que se ha resaltado en muchas ocasiones el atractivo de las deportistas con comentarios como “no solamente es bonita sino que, además, es buena jugadora”, “la sexy dominicana”, “la bomba del voley que calienta las redes”, “las muñecas suecas”, etc.

Nos guste más o menos, queramos admitirlo o no, estamos ante un tratamiento del deporte femenino marcadamente desigual frente al que se hace del masculino. Los esfuerzos y logros deportivos de las mujeres no se reflejan más que puntualmente en nuestra sociedad y, en ocasiones, su esfuerzo se ve empañado por el tinte machista y discriminatorio de la noticia, como hemos visto. Pero, ¿por qué ocurre esto? Lo que está claro es que esta escasa presencia femenina en la información deportiva no se debe a que estén en un número inferior puesto que los porcentajes nos hablan de equilibrio entre deportistas hombres y mujeres. Hay quienes dicen que se debe a la enorme atención que acapara el fútbol masculino en los medios, pero deportes minoritarios donde participan hombres tienen más cobertura mediática que algunas competiciones de deportes mayoritarios protagonizados por mujeres, no en vano en algunos medios ha habido ocasiones en las que se ha dedicado más tiempo al frontón masculino que a todo el voleibol femenino y el doble de tiempo al balonmano masculino que al baloncesto femenino.

Entonces, ¿el deporte femenino no es de interés para la mayoría de la audiencia o no es de interés porque no se le da presencia en los medios? Hay quien se ampara en esa pretendida falta de interés de la audiencia para justificar la escasa presencia mediática del deporte femenino, pero olvidan que son los medios de comunicación los que ayudan a conformar la opinión pública, influyendo sobre la percepción de la audiencia respecto a lo que es o no importante, de manera que, el hecho de otorgar muchísima más presencia mediática al deporte masculino frente al femenino provoca en la sociedad la creencia de que el deporte practicado por hombres es más importante. No cabe duda de que los medios de comunicación tienen un papel muy importante en la sociedad actual pues, no solo reflejan la realidad, sino que al transmitirla la están interpretando.

Por último, otra de las barreras que impiden que las mujeres puedan dedicarse profesionalmente al deporte es la falta de sponsors, la escasez de ayudas públicas destinadas al fomento de la práctica deportiva femenina, la inexistencia de incentivos económicos o patrocinios privados por el pretendido menor espectáculo que suponen, tal y como afirma una investigación de la Universidad Carlos III de Madrid. Para intentar paliarlo, el Consejo Superior de Deportes (CSD) promueve un programa denominado Mujer y Deporte, mediante el que se ponen en marcha diferentes actuaciones dirigidas al fomento del deporte femenino y a la participación de la mujer en todos los ámbitos del deporte, pero aún hoy se hace necesario un tratamiento salarial más igualitario entre deporte masculino y femenino. Podría seguir enumerando causas de desigualdad entre deporte femenino y deporte masculino – culturales, salariales, laborales, de liderazgo de entidades deportivas, psicológicas, de vestimenta exigida, entre otras – pero me extendería demasiado.

En definitiva, el deporte es un instrumento socializador muy importante y una gran herramienta para acabar con los estereotipos y las desigualdades. Y no podemos obviar que, en la sociedad en que vivimos, el deporte tiene mucho peso en los medios de comunicación, medios que, queramos o no, nos influyen a todos los niveles, no solo el deportivo, por lo que la falta de aparición en dichos medios del deporte femenino no sólo afecta a su número de aficionados y seguidores, sino que tiene una importante incidencia económica negativa en el mismo, pues al final se produce el efecto pescadilla que se muerde la cola: cuanta más divulgación tiene un hecho más interés directo e indirecto genera. Si hay más deporte masculino en los medios, más interesará frente al femenino. Pero, lamentablemente, el deporte también es sexista, y, como la sociedad actual, está lleno de estereotipos que hacen que el esfuerzo no se pague con Justicia, un problema que forma parte de una sociedad que tiene esta revolución pendiente.


Eva Cañizares Rivas.
Abogada especialista en Derecho y Gestión Deportiva.
Directora del BNFIT Fundición del grupo Santagadea.


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