El club de fútbol Unión Campestre, de Oleiros (A Coruña), deniega desde hace meses la carta de libertad a uno de los niños (de nueve años de edad) que componen su equipo de alevines de fútbol siete y que la había solicitado para fichar por el club vecino Obrero.
El padre del niño, David Calviño, pidió la baja al Unión Campestre, a pesar de haber firmado una autorización para su continuidad en esta temporada argumentando que su hijo quería unirse al Obrero, equipo al que se fueron varios de sus amigos y compañeros de equipo. El Campestre hizo valer la autorización firmada y denegó la petición, esgrimiendo que la marcha del hijo de Calviño sería la última de las muchas que se produjeron a raíz del pase del entrenador y del delegado del equipo de un club a otro.
Después de un cruce de acusaciones vertidas en Internet entre ambas partes, el niño continúa a la espera de la carta de libertad. David Calviño resume la situación con un «el niño no juega al fútbol con sus amigos».
«No estábamos descontentos con el club, pero el niño se quiso cambiar porque varios de sus amigos también se cambiaron. Se lo dije a finales de la pasada temporada al vicepresidente y no me dijo que no. Pero cuando el Obrero quiso tramitar la ficha y no pudo, volví a pedírselo y me contestó que la directiva del Unión Campestre había decidido no conceder la libertad a mi hijo», añade.
Razones
«No entiendo por qué no dejan que mi hijo se vaya. Dicen que es porque el delegado y el entrenador no actuaron de buenas maneras con el club, pero mi hijo no tiene la culpa de ello. Se está perjudicando al niño», asegura Calviño. «Yo me quejo porque no me comunicaron que la directiva no dejaría irse a mi hijo, después de que al consultarlo no me dijesen que no. No pienso que tengo un crac en casa, pero quiero que mi hijo juegue al fútbol. Si la normativa no me ampara, al menos quiero denunciarlo públicamente. Que la gente piense en manos de quién dejamos el tiempo libre de nuestros hijos», concluye. Asegura también el padre que consultó con la Federación Gallega de Fútbol y la Xunta de Galicia, y que ambos organismos se inhiben en el caso.
El vicepresidente del Unión Campestre, Miguel Pita, defiende el modo de actuación del club: «No hay nada en contra del Obrero, al contrario, las relaciones son buenas. Todo viene por la actitud la pasada temporada del entrenador Piru, el delegado Álex Torres y dos de los padres de los niños de ese equipo, entre los que se encuentra David Calviño. Quisieron gestionar el equipo por su cuenta, al margen del club. No se lo consentimos. Entonces, entrenador y delegado intentaron llevarse el equipo al Obrero, que no tenía esa categoría. Solo nos enteramos cuando quisimos planificar la temporada», explica.
«A los demás niños que la han solicitado les hemos dado la libertad. Solo queda este porque hemos llegado a recibir amenazas por esto y es un comportamiento que no se puede permitir ante gente como nosotros, que estamos hasta poniendo dinero de nuestro bolsillo por el club y los niños. Estamos dentro de lo legal. El debate es solo moral. Sabemos que podemos estar haciendo daño al niño y realmente lo sentimos mucho por él, pero no por sus mayores, y quizás se nos haya ido la mano a todos en este asunto», concluye.
El Obrero de Oleiros, por medio de su presidente Ely Losada, evitó hacer valoraciones públicas al respecto y remitió a las dos partes en conflicto.
El equipo coruñés y el padre del jugador están en conflicto desde el pasado verano
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